Cuando te vas a comprar un electrodoméstico, lo estudias, averiguas cuál es la mejor marca, cuál cumple mejor con tus necesidades. Buscas en internet, le preguntas a un amigo o un vecino. Incluso antes de comprarlo podrías recorrer distintas tiendas para comparar precio y calidad. Quizás en esto te demores 15 minutos, media hora o una hora. Quizás no encuentras lo que buscas o quizás vuelves al día siguiente. Quieres tomar bien la decisión.
Por otro lado, cuando llega el momento de votar, generalmente decidimos a último momento. No comprobamos la calidad del producto, no vamos a la tienda de al lado, no nos demoramos en pensar cuál nos quedaría mejor o cuál satisface mejor nuestras necesidades. En octubre, sin embargo, el Perú necesita que al menos dediques el mismo tiempo que dedicas en elegir una aspiradora o una juguera, en pensar por quién votar.
No da lo mismo quién. Tenemos que barrer con los políticos, con aquellos que nos tienen en donde estamos. Está en nuestras manos elegir bien.
Según encuestas, los peruanos, ya sea en Cusco, Arequipa o Junín, ya no le creemos a nadie, la política y los políticos nos tienen hartos y lo que es aún peor, que sentimos que las alternativas para elegir no van a solucionar ninguno de los problemas que realmente nos preocupan. Entonces ¿qué hacemos?
Si no sabemos qué elegir, la alternativa es determinar qué es lo que no debemos elegir.
Si sabemos que este gobierno se caracteriza por su incapacidad, ya tenemos una respuesta. No debemos elegir un candidato que represente a este Gobierno. Si sabemos que la corrupción política es un verdadero tumor maligno, ahí tenemos otra respuesta. No elegir a alguien que tenga antecedentes de corrupción.
El Perú requiere un cambio total en la forma de hacer política. Influyamos en nuestros amigos, familiares, vecinos, compañeros de trabajo o de estudios para jubilar a toda esa clase política que nos ha enfermado. El remedio está en pensar a quién elegir.