La mitad de año marcaba antes una etapa de alegría entre los peruanos. Con ilusión, niños y grandes, esperábamos la llegada de las distintas caravanas de circo, que armaban sus carpas de pueblo en pueblo para el beneficio de nosotros.
Hace ya muchos años que esto ha cambiado: Los payasos, que siguen siendo los mismos de siempre, repiten un triste espectáculo porque el público ya no importa. Los chistes se los aplauden solos, pues son de los payasos para los payasos.
Mientras los payasos se pelean entre sí, los ciudadanos comunes quedamos fuera de la carpa y tampoco queremos entrar. El show no es el de antes. Antes el circo colaboraba con el desarrollo económico, pues permitía la creación de emprendimientos y de puestos de trabajo y por ende bienestar para ellos y sus familias. Hoy solo lo disfrutan los militantes de las peleas de payasos, generalmente pagados para ir disfrutar del triste espectáculo.
Así funciona la política del Perú. Lo que por muchos años funcionó, pues nos ofrecían pan y circo para mantenernos adormecidos, hoy parece un circo romano donde la lucha es por el poder, matar o morir sin importar nada más.
Lo que antes traía alegría, hoy solo trae miseria a los pueblos. Ya no les interesa el pueblo, ni los emprendimientos alrededor del circo. Antes impulsábamos el consumo y el turismo durante nuestros feriados y crecíamos todos, ahora solo crecen los dueños del circo. Nos dejaron fuera y no nos dimos cuenta. Nos quedamos sin pan y se robaron el circo.