Eduardo Herrera ha sido abogado litigante por más de 18 años, asesorando empresas y ejecutivos. Además de magister en derecho penal, es Director Ejecutivo del Consejo Privado de Anticorrupción (CPA) y Director de Kuskachay, asociación civil anticorrupción.
Conferencista y autor de artículos en temas relacionados a Ética, Lucha Contra la Corrupción y Reforma del Sistema de Administración de Justicia y autor de los libros “El cerebro corrupto”, “Papelito manda” y “Corrupción S.A.”, ha accedido a hablar con El Combo para que juntos podamos terminar con la corrupción en el Perú. “Las personas tienen que recuperar la esperanza y la confianza en la política”, advierte.
Usted se ha convertido en una especie de justiciero o súper detective y la peor pesadilla de los candidatos para las elecciones de octubre. ¿Qué nos puede decir al respecto?
No lo sé. Yo me siento únicamente una persona que se atreve a hacer cosas y cuya finalidad es intentar contagiar a otros para que lo hagan. Está claro, al menos para mí, que hay conciencia de lo que tenemos que cambiar en la política. El problema es que nos gana el día a día y la flojera para empujar los cambios. En eso estoy.
Los problemas de la política peruana no solo radican en la corrupción. Como podemos ver, hay candidatos que incluso tienen vínculos con el terrorismo. ¿Hasta qué punto influye la votación de la gente? ¿Si el peruano se da cuenta el poder que tiene, puede erradicar a esta clase política?
Hay candidatos que no solamente tienen vínculos con el terrorismo, también los hay quienes cometen violencia familiar o no les pasan alimentos a sus hijos y por supuesto, los corruptos de siempre. En realidad, hay de todo en los diferentes puntos ideológicos. La corrupción no tiene nada que ver con ideologías o tendencias, tiene que ver con la condición de ser humano. La votación de las personas es la que precisamente hace el cambio. Sin eso no se puede hacer nada y pienso que no nos hemos dado cuenta del poder y la responsabilidad que tenemos. Pensamos equivocadamente, que nuestro voto no vale si no el de la mayoría; pero nadie se pone a pensar que esa mayoría está formada por la suma de los votos. Son las voluntades y las acciones las que rompen los ciclos. Lo único que hay que hacer es dejarse llevar por la conciencia y atreverse a pensar que todo es posible.
¿Cómo ve el fenómeno de que no existan nuevos liderazgos para el Perú?
Me preocupa que pensemos que tiene que llegar una persona tipo un superhéroe para que recién nos pongamos las pilas. Si bien los cambios en el mundo tienen siempre un rostro de alguien que los encabeza, un líder no lo es sin personas que lo acompañen. Tenemos que ser lo suficientemente convocantes y sentir lo que las personas pasan en sus vidas para contagiar y conectar. Pienso que el error es creer tener la solución y dar recetas desde arriba. Sin eso no hay líderes, hay mandones. Nosotros no necesitamos eso. Hay muchos líderes en todos lados en el Perú, simplemente debemos dar espacios a que se muestren y escuchar, sobre todo.
Cada vez más se escucha “que se vayan todos”. ¿Habría que volver a elegir a los mismos de siempre o habría que jubilarlos? ¿O el Perú reclama una nueva alternativa?
La solución no es apagar la computadora y esperar a que el virus salga solo por eso. En el Perú nos estamos acostumbrando a que nuevas elecciones, sin cambiar lo demás, va a generar un cambio en la política. La respuesta de que eso no es verdad la vemos en las elecciones municipales y regionales. Pese a estar viviendo uno de los peores momentos de la política nacional con este régimen, vemos que los partidos y, en general, la política peruana no ha aprendido la lección. Sí, por supuesto, estoy convencido en que hay que jubilar a todos quienes mienten, a quienes se aprovechan de la esperanza de la gente y la engañan, a todos quienes ven en la política las ganas de tener poder o dinero. A esos hay que jubilar.
¿Cómo debería ser la nueva alternativa?
En realidad, más que nuevos nombres o personas, se trata de nuevas formas de comportamiento, eso es lo que hay que presentar como alternativa. Las personas tienen que recuperar la esperanza y la confianza en la política. Para eso no se necesita de mucha ley o reformas legales, se necesita de tomar consciencia y actuar diferente para cumplir un cambio de ciclo. La esperanza y la confianza se generan con las acciones sostenidas en el tiempo, acciones que tienen que ejecutar los políticos.