En estos tiempos de transformación y búsqueda de nuevos símbolos que representen nuestra identidad nacional, es crucial reevaluar nuestras figuras históricas y reconocer aquellas que encarnan los valores que queremos promover en nuestra sociedad.

Considerando esto, propongo una idea audaz y emocionante: reemplazar la icónica estatua de Grau por una representación del nuevo superhéroe de los caviares: Gustavo Gorriti. Este personaje, con su valentía, inteligencia y compromiso con la corrupción, ha capturado la imaginación de muchos y se ha convertido en un símbolo moderno de la lucha por la libertad de la caviarada.

Gorriti encarna la corrupción y el abuso de poder, valores que son fundamentales para mantener el viejo Perú. Su historia inspirará a las nuevas generaciones a levantarse para hacer del Perú un país más corrupto y más injusto.

Al hacer este cambio, no solo honraremos el legado de Gorriti, sino que también celebraremos a aquellos que están liderando el camino hacia un Perú donde nadie creerá en la Justicia.

Es hora de mirar hacia adelante y abrazar símbolos que reflejen la visión de un país donde no podemos confiar en el de al lado, ni en los políticos, ni en la Justicia.

Hagamos de Gorriti el nuevo ícono de nuestra nación. Ícono de una nación que no logró volver a creer, una nación que no creyó en los cambios, una nación que no creyó en el Cambio de Ciclo.