Los defensores de la élite caviar protegen ferozmente su baluarte más preciado, la Junta Nacional de Justicia (JNJ), una entidad diseñada a la medida de Martín Vizcarra, quien nunca debió ser Presidente.
Esta mafia caviar continúa utilizando la justicia como un instrumento para eliminar a sus opositores. Su accionar es selectivo, investigan solo a quienes les conviene y desvían la mirada cuando se trata de sus aliados, creyéndose dueños de las instituciones. Son rápidos para señalar los errores de otros, pero ciegos ante sus propios fallos.
Con el propósito de mantener a los magistrados de la JNJ fuera del alcance de cualquier remoción o investigación, aseguran la impunidad en el mayor escándalo de corrupción en la historia del Perú: Lava Jato, liderado por Odebrecht.
Esta izquierda de élite se infiltró inicialmente en las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), creando decenas de entidades que sirven como fachada para extender su influencia. Su poder se ha expandido incluso a los medios de comunicación masiva, desde donde ahora controlan sus agendas de odio y simpatía.
La complicidad de jueces y fiscales ha generado una desconfianza generalizada en el sistema judicial y ha terminado por destruir la credibilidad de la justicia. Un país que no confía en la Justicia es un país que simplemente no progresa. La reforma es obligatoria y debe ser total.