La policía se esfuerza diariamente por garantizar el orden y la seguridad de todos los peruanos, pero enfrentan obstáculos que van más allá de sus capacidades. 

Y uno de ellos es la falta de una justicia justa, lo que abre espacios para más corrupción e impunidad.  

Además, llevamos años con miles de policías mal pagados que arriesgan sus vidas para protegernos. 

Y lamentablemente su esfuerzo se desmerece por un sistema de justicia corrompido, donde jueces y fiscales devuelven a las calles a los criminales que ellos capturan.

Ello como consecuencia de la pérdida de valores y la falta de una buena educación, situaciones que nos han debilitado como sociedad.

Si un criminal es arrestado, pero liberado poco después por fallas en el sistema judicial, el trabajo de los agentes se vuelve inútil y terminamos atrapados en un sistema perjudicial.

Con tanta impunidad y corrupción, la inseguridad seguirá en aumento sin importar cuántos policías tengamos en las calles.  

Para lograr un cambio real, debemos aplicar una reforma judicial, pues la raíz del problema está en la Fiscalía y el Poder Judicial.

Necesitamos gente honesta, con principios y valores, que apuesten por mejorar las condiciones de la policía y, sobre todo, se opongan a un sistema judicial que favorece a los malos y persigue a los buenos.