Mientras la delincuencia toma nuestras calles, la Fiscalía parece jugar para el otro equipo. En lugar de fortalecer la lucha contra el crimen, la fiscal de la Nación esconde plazas fiscales a la Junta Nacional de Justicia, porque quiere decidir sola quién entra y quién no, es decir a sus amigos.
Ocultar plazas impide que se nombren fiscales titulares con reglas claras. En su lugar, se nombran quienes obedecen favores y no la ley. Esto debilita el sistema y alimenta la impunidad.
Entonces quién protege a los peruanos cuando los fiscales protegen a los suyos. Con lo que hacen se rompe la justicia desde adentro. Y al final, la gente paga las consecuencias.
Algo que se refleja también en que más del 85% de peruanos desconfía de jueces y fiscales pues sienten que no hay justicia. En tanto, los delincuentes siguen haciendo de las suyas y los que deben enfrentarlos están ocupados con cálculos políticos. No se enfrentan al crimen; se enfrentan a sus enemigos políticos e ideológicos.
Tenemos que limpiar la casa ya. La Fiscalía debe dejar de ser un refugio de intereses y convertirse en un bastión contra el crimen.
Los peruanos merecemos una justicia limpia y, por sobre todas las cosas, justa; solo así habrá seguridad. ¡Basta de impunidad!