Las campañas presidenciales ya empezaron, y los de siempre ya se están moviendo para seguir apernados al poder. Por un lado, Keiko Fujimori se abre a alianzas para volver a postular. Por otro lado, Rafael López Aliaga propone como jefe de seguridad al humorista Carlos Álvarez.
Con ese criterio, podría poner a cualquiera de los 33 millones de peruanos. Total, todos tienen la misma experiencia en gestión pública: ninguna.
El problema no es Carlos Álvarez. El problema es que siguen usando la política como si fuera una audición. Juegan con la seguridad como si fuera una película de humor. Y lo más grave es que todos hablan de alianzas, pero no dicen ni una palabra sobre cómo arreglar el país.
¿Alianzas para qué? Para cuidarse entre ellos. Para juntar votos, no para resolver los problemas del Perú.
López Aliaga dice que no quiere nada con Keiko. Se pelean, pero se parecen. Ambos son parte de un sistema que ya fracasó. Ambos han estado en el poder o cerca de él, y en el Perú sigue todo igual o peor.
Ninguno habla de los hospitales que se caen. De los barrios tomados por el crimen o de los jóvenes sin futuro.
Porque no les importa cambiar el fondo. Solo les importa cambiar el cargo político.
Pero ya no estamos para eso. El Perú no necesita más alianzas entre mafiosos. Necesita romper con el pasado. Necesita un cambio de ciclo de verdad.