Otra vez la salud hecha pedazos. Esta vez, el Hospital “Las Mercedes” de Lambayeque tuvo que cerrar dos pabellones porque están a punto de colapsar. No por un terremoto, sino que por abandono.

Así está la salud en el Perú: te atienden con goteras, con paredes rotas y con miedo a que el techo se caiga mientras te sacan sangre.

Los doctores hacen lo que pueden. Las enfermeras se parten el lomo. Pero la infraestructura no aguanta. Y lo que tampoco aguanta es la paciencia de la gente que ya no sabe a dónde ir cuando se enferma.

¿Dónde están los millones para infraestructura? ¿Dónde están los ministros que prometen “modernización”? ¿Dónde están los que hablaban de “reforma de salud”?

Todos están en las oficinas de Lima con aire acondicionado, mirando gráficos y firmando papeles… mientras en regiones como Lambayeque la salud se cae a pedazos.

Y ojo: esto no es un accidente. Es el resultado de 25 años de abandono y de corrupción.

Vivimos en un sistema que siempre reacciona tarde, con un Estado que ni siquiera es capaz de cuidar a sus enfermos. Por eso el cambio no puede ser solo de caras: tiene que ser profundo, desde la raíz.

Porque mientras sigamos parchando, vamos a seguir enterrando más que curando.