En el Perú ya no manda la justicia, manda la corrupción. Y en el Poder Judicial, ese poder tiene nombre y rostro: el de la mafia caviar que hoy celebra una nueva victoria, esta vez de la mano de Delia Espinoza.
Con la última decisión del Poder Judicial, Patricia Benavides queda suspendida por 24 meses, sin derecho a volver como fiscal de la Nación. No importó el debido proceso. No importaron los errores de forma. Importó que la mafia tuviera el resultado que buscaba: quitarse del camino a quien amenazaba su línea política.
Así funciona hoy la justicia en el Perú, a la medida del grupo de poder que lleva 25 años manejando las instituciones como si fueran su chacra. Fiscales y jueces que deberían estar al servicio de la ley, hoy se mueven por cálculos políticos y lealtades ideológicas.
Y mientras se pelean los sillones en Lima, en las regiones seguimos viendo crímenes sin resolver, denuncias que duermen años y víctimas que jamás ven justicia.
La decisión de sacar a Benavides no fue aislada. Es parte de una estrategia más grande: consolidar un control total del sistema de justicia y blindar a los suyos, a costa de lo que sea. Y hoy vemos que están dispuestos a todo, incluso a no respetar los fallos para que se mantenga Delia Espinoza.
¿Quién pierde? El ciudadano que sufre la violencia, el comerciante extorsionado, el joven asesinado en una calle oscura. Y en todo el país, la gente ya se cansó de ver cómo los corruptos se protegen entre ellos mientras el pueblo sigue desprotegido.
Si esta es la justicia que defienden, está claro por qué el Perú necesita un Cambio de Ciclo. Porque no puede haber justicia mientras el Poder Judicial esté tomado. No puede haber futuro mientras la corrupción se vista de legalidad.
Ya basta. Es hora de devolverle la justicia al pueblo y sacar a los operadores políticos del estrado.