En La Libertad se avecina una tormenta que puede dejar a miles de familias sin trabajo. El comunista Raúl Noblecilla, ha llamado a un paro nacional desde Pataz, exigiendo una marcha en Lima en defensa de los pequeños mineros. Pero hay que tener mucho cuidado: una cosa es pedir justicia, y otra es caer en el juego de quienes solo buscan desestabilizar al país mediante acciones políticas.
¿Quién gana si se paraliza la actividad minera en esta región? No ganan los mineros. Ganan los políticos como Noblecilla, que usan sus reclamos para hacer campaña, y ganan las mafias que quieren sembrar caos para esconder sus propios intereses.
Mientras tanto, Minera Poderosa hace lo mismo desde el otro lado. Opera con lógicas mafiosas para quedarse con el control total del territorio, eliminando a los mineros informales uno por uno con el respaldo del Estado.
Esta semana se publicó el Decreto Supremo Nº 012, que habilita la exclusión masiva de pequeños mineros del REINFO (Registro Integral de Formalización Minera). Según las propias palabras de los líderes de Pataz, cientos de mineros ya tienen listos los informes de exclusión elaborados por la misma Minera Poderosa, que actúa como juez y parte.
El artículo clave del decreto, permite que cualquier minero artesanal que esté cerca de una concesión formal quede automáticamente fuera del proceso de formalización.
¿Y quién sale beneficiado con esto? Otra vez, los corruptos. Porque mientras los mineros informales son tratados como delincuentes, las grandes empresas operan con permisos, blindaje político y abogados en cada ministerio.
El comunismo de Noblecilla los quiere usar como masa de maniobra y las mineras los quieren desaparecer como competencia. Y el Estado… calla.
Este modelo no da para más. El Perú necesita una reforma completa del sistema minero, donde el pequeño minero sea reconocido como empresario, tenga acceso a crédito, apoyo técnico y reglas claras para formalizarse.
Ni con el caos de Noblecilla, ni con el abuso de Poderosa lograrán algo. El verdadero cambio empieza cuando dejemos de criminalizar al trabajador y empecemos a transformarlo en protagonista del desarrollo.
Es hora de un cambio de ciclo. Porque sin justicia para el pequeño minero, no habrá paz ni futuro para La Libertad.
