La Junta Nacional de Justicia (JNJ) ha abierto por fin un proceso disciplinario contra Delia Espinoza, la fiscal de la Nación interina que se ha aferrado al cargo con uñas y dientes. La denuncia es por abuso de poder, pero lo que está en juego es mucho más que una sanción: es el futuro del Poder Judicial secuestrado por la mafia caviar.
Durante años, la mafia caviar ha actuado como si la Fiscalía y la Corte Suprema fueran suyas. Y Delia es parte de esa forma de actuar. Se ha blindado, ha perseguido a quienes piensan distinto y ha convertido el Ministerio Público en un bastión político disfrazado de legalidad. Pero no está sola. Detrás de ella hay una red que lleva décadas infiltrada: ONG’s como IDL de Gorriti, medios de comunicación, fiscales y jueces que operan bajo una misma lógica de corrupción.
Y aunque la apertura de este proceso podría ser un paso importante, nadie asegura que la JNJ realmente saque a Espinoza del cargo. Porque si algo ha demostrado este sistema, es que la mafia caviar sabe protegerse y reciclarse, moviendo sus fichas de un lado a otro para no soltar el control.
No basta con sacar a una persona. Necesitamos una Reforma Judicial profunda, que elimine las salas y fiscalías transitorias, que abra concursos públicos verdaderos y que le quite el poder a quienes se han apropiado de la justicia.
Porque si no se cambia todo el sistema, seguiremos atrapados en un Poder Judicial al servicio de intereses políticos, y no de los ciudadanos. El Perú merece un Ministerio Público que investigue con autonomía y una justicia que sirva a la gente, no a las mafias de siempre.