El reciente anuncio de que el coordinador nacional de CONFEMIN está afiliado al partido Renovación Popular ha generado más preguntas que certezas. ¿Se trata de un genuino respaldo a los mineros artesanales o estamos frente a una movida política disfrazado de interés sectorial?
Según declaraciones del propio coordinador, el partido de Rafael López Aliaga ha sido “uno de los pocos que realmente ha ayudado al sector”. Pero lo que no queda claro es si esa ayuda busca resolver los problemas estructurales que enfrentan las miles de familias que viven de la minería artesanal, o si más bien se trata de una jugada para consolidar una base electoral sólida de cara a las elecciones del 2026.
Porque no es ningún secreto que la minería artesanal se ha convertido en un actor político relevante. Su número, su capacidad de movilización y su importancia productiva los han transformado en un bolsón electoral apetitoso, tanto para la izquierda radical como para sectores conservadores que ahora prometen formalización, estabilidad y respaldo estatal.
La pregunta es válida: ¿esta afiliación partidaria busca realmente una reforma minera que saque a los informales de la sombra? ¿O simplemente es parte del libreto político de quienes ya están en campaña, sea para la presidencia o para un futuro Congreso?
Los mineros artesanales no pueden volver a ser usados como escalera electoral. Si hay voluntad de apoyar al sector, debe venir acompañada de una reforma integral, de propuestas concretas, de acceso al crédito, a tecnología y a mercados formales. No de promesas en tiempo de campaña.
El Perú necesita una Reforma Minera total, no candidaturas camufladas de solidaridad.