En El Tambo, el operador político del alcalde Julio Llallico —cuestionado por múltiples irregularidades— ha salido a azuzar a la población para que lo “defiendan” frente a un proceso de vacancia. ¿Y cómo lo hace? Con lo de siempre: miedo, desinformación y amenazas.
Lejos de enfrentar con argumentos las denuncias que pesan sobre la autoridad local, su entorno ha optado por usar a la gente como escudo político. “Si vacan al alcalde, el pueblo pierde”, dicen. Pero la verdad es que quienes pierden son siempre los mismos: los vecinos honestos, que terminan atrapados en conflictos que no les pertenecen.
Este tipo de estrategias ya no sorprende. Se repiten en distintos rincones del país, donde operadores políticos manipulan a la comunidad y polarizan para que una autoridad cuestionada se mantenga en el poder a cualquier costo.
Huancayo no merece esto. Los anexos y comunidades no pueden ser escudos humanos en luchas de poder. No se puede seguir usando la pobreza ni la necesidad como herramientas de chantaje político. La participación ciudadana debe estar al servicio del bien común, no de los intereses particulares de la política corrupta.
Si queremos cambiar de ciclo, tenemos que empezar por cortar estas redes de manipulación. Porque un verdadero líder no necesita blindajes políticos, necesita respaldo popular construido con obras, gestión y verdad.
