Faltan menos de diez meses para las elecciones presidenciales y la mitad del país aún no apoya a ningún candidato. La razón es muy simple: no hay a quién creerle.
Una reciente encuesta de Ipsos revela que el 50% de los peruanos no se siente representado por ningún político. Esta desconfianza y hartazgo es el resultado de ver durante años las mismas caras, los mismos discursos vacíos, las mismas promesas recicladas.
Porque mientras el país enfrenta una crisis de seguridad, salud, educación y pobreza, los políticos se preparan para una nueva campaña como si nada pasara. Cambian de camiseta, se reinventan con nuevos colores, pero son los mismos que han gobernado — y fallado — una y otra vez.
El reciclaje político ya no convence a nadie, y la gente lo sabe. Por eso, ninguno de los candidatos actuales supera el 9% de intención de voto, y cada vez son más los que desconfían de los corruptos de siempre, y los que sienten que votar ya no sirve para nada.
¿De qué sirve elegir si el sistema no cambia? ¿Para qué votar si los partidos se arman para fines personales y no para servir al país?
El Perú necesita más que candidatos. Necesita un cambio de ciclo real. Un nuevo liderazgo, con propuestas claras, sin mochilas de corrupción y con verdadera vocación de servicio. Porque si no rompemos este círculo vicioso del reciclaje, seguiremos atrapados en la misma historia: la del país que nunca cambia, porque siempre elige a los mismos.