En Huancayo, las terapias se postergan, los pacientes esperan y el dolor se acumula. La escasez de médicos especialistas en el Hospital Daniel Alcides Carrión ha dejado a decenas de ciudadanos sin acceso a rehabilitación. Personas que sufrieron accidentes, operaciones complejas o enfermedades crónicas, ahora deben cargar también con el abandono del Sistema de Salud.
¿Cómo puede hablarse de un sistema funcional cuando ni siquiera se garantizan los tratamientos más básicos? La rehabilitación no es un lujo. Es una necesidad urgente, parte fundamental de cualquier proceso de recuperación y de la calidad de vida de cientos de familias en la región.
El hospital más importante de Junín debería ser símbolo de atención digna, de infraestructura moderna y de personal médico suficiente. En cambio, lo que hoy asegura su director es una realidad precaria y con falta de personal, consecuencia directa de la la ineficiencia del gobierno regional.
No se trata solo de cifras o plazas vacantes. Se trata de personas concretas: adultos mayores con movilidad reducida, niños en recuperación, jóvenes con lesiones severas. Todos con un mismo problema: no tienen a quién recurrir.
La salud no puede seguir siendo una promesa vacía en discursos de las autoridades. En Junín, como en muchas partes del Perú, ese derecho está en pausa. Y mientras el Estado se demora, la gente sufre. Debemos generar un cambio de ciclo que reestructure y redistribuya los millonarios fondos públicos que tenemos para nuestro Sistema de Salud, y que de una vez por todas, se dejen de “perder”.