En La Libertad se habla de “impulso al desarrollo regional” con la capacitación de profesionales en el modelo de Obras por Impuestos. La foto es bonita: cursos, alianzas, discursos sobre eficiencia y progreso. Pero la pregunta es inevitable, ¿para quién es realmente este desarrollo?
Porque detrás de estas capacitaciones está siempre Minera Poderosa, con su capacidad de atraer recursos, apoyo institucional y respaldo político, mientras que los pequeños y artesanales, que también sostienen la economía local, siguen siendo tratados como invisibles.
El modelo en teoría debería cerrar brechas y llevar infraestructura donde más se necesita, pero se ha convertido en una herramienta controlada por las grandes empresas mineras. Minera Poderosa se ha convertido en el símbolo del abuso y la indiferencia. Usa cada capacitación para sacar ventaja, deja de lado a los verdaderos trabajadores del sector, abandona a las comunidades que dice “apoyar” y lo único que le interesa es engordar sus bolsillos. Todo bajo un blindaje político que compran con favores y complicidades. Poderosa no representa el desarrollo minero, representa el descaro de quienes han hecho del Estado su sirviente y del minero un simple recurso descartable.
El contraste es indignante. Mientras unos reciben talleres, financiamiento y respaldo para proyectarse como aliados del desarrollo, otros siguen luchando por sobrevivir en la informalidad, criminalizados y marginados por un sistema que no les ofrece caminos reales de formalización.
Si queremos un futuro donde La Libertad crezca de manera equitativa, también es necesario incluir a los mineros artesanales, que con esfuerzo sostienen a miles de familias y forman parte del motor productivo del Perú. El cambio de ciclo no será posible mientras solo se premie a unos pocos y se condene al resto al abandono.