Cada vez que se habla de justicia para nuestras Fuerzas Armadas, la misma maquinaria ideológica llamada mafia caviar, se activa. Hoy lo vemos en la Fiscalía, que busca declarar inconstitucional la Ley de Amnistía para militares, policías y comités de autodefensa que enfrentaron el terrorismo en los años más oscuros del Perú.
No es casualidad que los mismos que ayer defendieron los “derechos humanos” de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), hoy repiten el libreto, esta vez poniéndose del lado de los criminales de cuello blanco y del crimen organizado. Se dicen defensores de derechos, pero su defensa siempre ha sido selectiva, ideológica y ciega.
La gran mayoría de los peruanos sabemos que sin el sacrificio de las Fuerzas Armadas y de Orden, el país estaría perdido. Debemos honrar la memoria de quienes entregaron sus vidas, de quienes cargaron con heridas físicas y emocionales para que hoy podamos vivir en paz.
Esos hombres y mujeres no merecen ser perseguidos eternamente por fiscales ideologizados, ni convertidos en villanos por fanáticos que interpretan la historia y la ley desde su ideología.
El debate sobre la amnistía no es un debate legal, es un debate moral. Y en esa discusión, el pueblo ya tomó postura: el Perú debe gratitud a sus soldados, policías y ronderos. No puede ser que mientras los terroristas excarcelados celebran y buscan reescribir la historia, los verdaderos defensores de la patria sigan siendo tratados como criminales.
Si queremos un cambio de ciclo real, debemos empezar por reconocer a quienes nos dieron la posibilidad de tener un país libre. Porque sin ellos, ni siquiera habría Perú para seguir discutiendo.