Mientras millones de peruanos luchan para llegar a fin de mes, los llamados “parlamentarios andinos” se han dado el lujo de gastar más de 200 mil dólares en viajes, viáticos y actividades de dudosa utilidad. Un cargo prácticamente desconocido para la mayoría, pero que sirve como excusa para mantener privilegios a costa del dinero de todos.

El problema no es solo el monto, sino el descaro de un sistema que permite que políticos vivan como millonarios con fondos públicos, sin rendir cuentas claras sobre en qué y para qué se usó cada dólar. La política se ha convertido en una vida paralela, muy distinta a la de los ciudadanos que caminan entre calles inseguras, hospitales colapsados y escuelas en ruinas.

¿De qué sirve el Parlamento Andino para el país? ¿Qué beneficios concretos ha traído a los peruanos? Ninguno que justifique semejante despilfarro. Mientras tanto, el Estado sigue acumulando deudas con los verdaderos problemas, como la salud, la educación, la seguridad y el bienestar de las familias.

La clase política vive como realeza gracias a un pueblo que apenas sobrevive. Si no rompemos con esta cultura de privilegios y despilfarro, seguiremos financiando lujos de políticos inútiles mientras la gente sigue pagando la cuenta más alta. La de la pobreza sin esperanza.