El turismo en Cusco está al borde del colapso y el Estado sigue mirando hacia otro lado. Los Ex Decanos del Colegio Profesional de Licenciados en Turismo de Cusco han lanzado un pronunciamiento que desnuda la realidad. Machu Picchu carece de una gestión seria, transparente y técnica que garantice seguridad, conservación y una experiencia digna para los visitantes.

Mientras las autoridades se enredan en disputas y concesiones cuestionadas, los problemas se acumulan: secuestros de turistas, protestas, bloqueos, caos en la venta de boletos, mafias enquistadas en el sistema y hasta la paralización del acceso al Santuario. Todo esto no solo pone en riesgo la condición de Maravilla del Mundo de Machu Picchu, sino que golpea directamente a miles de familias cusqueñas que dependen del turismo para sobrevivir.

El comunicado es claro. Exigen la renuncia de los ministros de Cultura, Comercio Exterior y Ambiente, señalados por incapacidad e inacción. Reclaman además que se acelere la licitación de la ruta Hiram Bingham con procesos transparentes y que se erradique la corrupción en la venta de boletos, un negocio oscuro que por décadas ha beneficiado a mafias y malos funcionarios.

Pero esta crisis no es solo culpa del gobierno central. Las autoridades locales y los gobernadores del Cusco también han sido cómplices del abandono, callando frente a la corrupción, permitiendo que las mafias se enquisten y priorizando intereses políticos en lugar de defender el futuro de la región. Durante años dejaron que el turismo se deteriore mientras se dedicaban a disputas internas y cálculos electorales.

Cusco necesita decisiones firmes y resultados inmediatos. El futuro del turismo en el Perú, y la imagen del país entero, depende de que el Estado se sacuda la indiferencia y actúe con profesionalismo. Porque mientras los políticos se lavan las manos, Machu Picchu se deteriora y con él, la esperanza de miles de trabajadores que viven del turismo.