El Perú atraviesa una etapa crucial. En medio del caos heredado y acumulado por más de veinte años, el gobierno de transición liderado por José Jerí ha logrado devolver una sensación de dirección y autoridad al país.
Según la última encuesta de CIT Opinión & Mercado, el presidente alcanza un 45.5% de aprobación, un nivel de respaldo que refleja la confianza ciudadana en su estilo firme, cercano y orientado a la seguridad.
Su liderazgo ha comenzado a marcar una diferencia visible, con una presencia activa en operativos nocturnos, una comunicación directa con la población y la toma decisiones concretas frente a la delincuencia. La declaratoria del estado de emergencia en Lima y Callao simboliza un mensaje claro, que el país no se entregará al desorden ni al miedo.
Pero este gobierno tiene un propósito mayor. No vino a perpetuarse, sino a estabilizar.
Su misión es pavimentar el camino hacia unas elecciones libres, pacíficas y ordenadas en abril del 2026, donde los peruanos podamos elegir sabiamente a un nuevo liderazgo, sin prontuario, sin deudas políticas y sin ataduras ideológicas.
Jerí está abriendo el espacio para ese cambio de ciclo que el Perú necesita. Uno donde el poder no sirva a los políticos, sino a los ciudadanos.
Mientras los extremos ideologizados intentan desestabilizar al país hacia el caos, el gobierno de emergencia trabaja en silencio, devolviendo estabilidad, recuperando la confianza y fortaleciendo las instituciones.
El desafío ahora es nuestro. Cuando llegue el momento de votar, no podemos repetir los errores del pasado. El Perú merece un liderazgo nuevo, honesto y preparado. Y el trabajo de hoy, que encabeza José Jerí, es precisamente para que ese cambio sea posible.
El futuro del Peru y nuestrio futuro como peruanos depende de no volver a elegir los mismos de siempre y lograr el cambio que todos estamos esperando.
