Junín volvió a decir su verdad en las calles, y el presidente José Jerí no escapó de ella. Entre protestas y reclamos, el mandatario llegó a Jauja para enfrentar lo que el Perú arrastra hace décadas. Promesas incumplidas, obras abandonadas, burocracia que asfixia y autoridades que solo aparecían en campaña.
Pero esta vez el mensaje fue distinto. “Tienen un Gobierno diferente. Una gestión diferente.” Y eso es justamente lo que el Perú necesita, un Gobierno de transición que deje de mirar al pasado y siente las bases para el nuevo ciclo político que el país reclama. Un ciclo donde entren rostros limpios, profesionales capaces y líderes dispuestos a romper de una vez por todas el pacto de impunidad que mantiene al Perú secuestrado por la corrupción, la ineficiencia y el abandono.
Jerí llegó a Junín con ministros, supervisó carreteras, escuchó reclamos por obras básicas que nunca avanzaron y generó acciones de diálogo para destrabar proyectos olvidados. Pero más importante que la agenda fue el mensaje: esto recién empieza.
Porque este Gobierno de transición no está para administrar la crisis, sino para preparar el terreno para los que vienen, para que en el 2026 los peruanos elijan a un presidente y un Congreso que por fin tengan las manos limpias y la voluntad firme de cambiarlo todo.
El cambio de ciclo que el Perú exige es una necesidad vital. Es poner fin a un sistema judicial, apoderado por la mafia caviar, que libera delincuentes y castiga inocentes. Es dejar atrás la burla de la “formalización minera” que solo extiende plazos sin resolver nada y mantiene a miles de familias fuera del sistema. Es enfrentar al crimen organizado con inteligencia, firmeza y liderazgo, no con discursos vacíos. Es poner la salud, la educación y el bienestar ciudadano por encima de los intereses políticos de siempre.
Porque ya no se trata de elegir entre “el mal menor” o “los mismos de siempre”. Se trata de construir un Perú donde las oportunidades lleguen a todas las regiones, no solo a Lima. Se trata de un cambio de ciclo que permita, por fin, que el Perú sea el país potente, rico y extraordinario que siempre ha sido, pero que nunca ha tenido gobernantes a su altura.

