Mientras en Lima se reparten cargos como si fueran trofeos, en regiones como Junín la gente muere por falta de abrigo y comida. Más de 50 personas han fallecido este año por neumonía, la mayoría adultos mayores. Y el Estado, otra vez, llega tarde… o no llega. Porque cuando se gobierna desde la comodidad, la urgencia del pueblo siempre queda para después.
Porque no basta con entregar frazadas cuando ya es invierno. La gente necesita abrigo real y alimentación adecuada todo el año. Pero en las zonas altas, muchos adultos mayores enfrentan el frío con lo que tienen: ropa delgada, poca comida y cero ayuda. Y eso mata.
La neumonía no ataca de la nada. Ataca cuando el cuerpo está débil, cuando hay hambre, cuando no hay proteína, cuando no hay nadie que se preocupe. Pero eso parece no importarle a nadie en el Estado.
En Junín no se piden lujos. Se pide dignidad. Se pide abrigo. Se pide comida.
Porque si el Estado no es capaz de proteger a sus abuelos, ¿entonces a quién protege?
Esto no es nada nuevo. Cada invierno pasa lo mismo. Cada año hay cifras, reportes y promesas. Pero nunca hay prevención, ni planes serios, ni presupuesto que llegue a tiempo.
¿Hasta cuándo vamos a permitir que nuestros adultos mayores sigan muriendo en silencio? Ya basta de parches, ya basta de discursos.
Si no cambia la forma de gobernar, nada va a cambiar. La salida es clara: Cambiar de ciclo. Cambiar el modelo. Cambiar la mentalidad.
Porque si seguimos igual, el próximo invierno ya tiene sus víctimas escritas.