Mientras en muchos distritos del país faltan veredas, centros de salud y obras básicas, en Majes, Arequipa, el dinero público se va en palmeras con sobreprecio y contratos entregados a dedo. Todo apunta a lo mismo de siempre: favoritismo, amiguismo y plata mal usada, mientras la gente sigue esperando soluciones reales.
¿Coincidencia? En política, las coincidencias cuestan caro. Y las paga el pueblo.
Según la denuncia de uno de los concejales, la Municipalidad de Majes habría pagado S/ 370 por cada palmera a un proveedor que no tenía experiencia en ese rubro y que, además, fue invitado a dedo por la gestión del alcalde Jenry Huisa Calapuja.
En total, se habría pagado S/ 72,960, mientras que, de haberse optado por proveedores locales, el costo habría sido S/ 14,400. Y como era de esperarse, el alcalde salió a decir que no hay sobrecosto, que todo está en orden.
Mientras tanto, los vecinos reclaman por calles sin arreglar, veredas rotas y centros de salud sin atención. Pero parece que las palmeras del alcalde valen más que las necesidades de su gente.
Esto huele a lo de siempre: el que entra a la alcaldía empieza a pagar favores. Y el pueblo queda mirando cómo se gastan la plata en negocios entre compadres.
Lo más grave es que esta historia no es nueva. Estamos cansados de ver cómo se reparten contratos, cómo se maquillan gastos y cómo se premia a los amigos con el bolsillo de todos.
Perú no necesita palmeras con sobreprecio. Necesita gestión honesta, inversión real y respeto por el dinero de su gente.
El Perú —y Arequipa en particular— no va a salir adelante sembrando corrupción disfrazada de ornato. Se necesita un cambio de mentalidad y de ciclo.