Hoy se comunicó que el Ejecutivo ampliará nuevamente el REINFO hasta el 31 de diciembre, el sistema que debería permitir la formalización de los mineros artesanales. Pero en el norte del Perú, lo que más se siente no es alivio sino desconfianza.
Porque esta es la cuarta vez que prometen lo mismo, pero en los cerros y en los pueblos la realidad no cambia. Sigue la persecución y el estigma de ser “informal” cuando en realidad son trabajadores sin apoyo.
En nuestro país, la pequeña minería mueve familias y pueblos enteros, pero nunca ha sido prioridad para el Estado. Los pequeños mineros no tienen acceso al crédito, no tienen asesoría técnica, y por lo tanto, no tienen cómo crecer. Más aún, se los trata como si fueran delincuentes, mientras algunas de las grandes mineras contaminan impunes y el sistema le otorga cientos de miles de hectáreas en concesión, para que solo exploten un pequeño porcentaje, sin permitir que el pequeño minero, informal y artesanal puedan trabajar en lo que se define como concesiones ociosas.
¿Dónde está el trato justo? ¿Dónde está la reforma real? Porque seguir ampliando el REINFO sin soluciones de fondo es solo estirar la soga para después apretarla.
La minería no puede ser privilegio de pocos. O se formaliza en serio, o se sigue profundizando una injusticia histórica.
El cambio de ciclo tiene que empezar por ahí: por dejar de tratar como criminales a quienes lo único que hacen es trabajar. Porque mientras sigan dilatando la formalización, seguirán criminalizando a los que trabajan con las uñas y blindando a los que saquean desde arriba.