Hablar de Petroperú hoy es hablar de pérdidas millonarias, deudas que crecen año tras año, una administración incapaz de corregir el rumbo e indicios graves de corrupción que nunca son investigados a fondo. A pesar de este panorama oscuro, el Banco de la Nación acaba de reprogramar una deuda de 1,000 millones de dólares a la petrolera estatal hasta el 2028. Así, como si nada pasara. Como si el país estuviera sobrado de recursos. Como si no tuviéramos hospitales colapsados, escuelas en ruinas y millones de peruanos sin qué comer.

¿Hasta cuándo vamos a seguir financiando el desastre que es Petroperú? Una empresa pública quebrada, sin rumbo, que no genera ganancias pero sigue recibiendo miles de millones de soles del Estado.

¿Dónde están las prioridades? ¿En qué país viven los que toman estas decisiones?

En Lima y en todo el Perú, los ciudadanos enfrentan falta de agua, cortes de luz, colegios sin baños, sueldos bajos y servicios colapsados. Pero Petroperú sigue perdiendo miles de millones de soles de nuestro dinero, recibiendo perdonazos y plata fresca.

Mientras el pueblo sobrevive con lo justo, el Estado mantiene con vida artificial a una empresa que debería haber sido reformada o cerrada hace años. Pero no lo hacen, porque ahí se reparten cargos, consultorías, contratos y favores políticos.

Esto no es gestión pública. Esto es una estafa con recursos públicos. Porque cuando el dinero se va a cubrir deudas imposibles, lo que se posterga es la salud, la educación y la seguridad de la gente.

El Perú necesita un cambio de ciclo que termine con estos abusos disfrazados de política de Estado. Porque mientras Petroperú se llena los bolsillos, el pueblo sigue esperando lo más básico para vivir.