En Lambayeque, el segundo Simulacro Nacional Multipeligro 2025, que debía ser un ejercicio de prevención terminó siendo la radiografía de un Estado ausente. La jornada reveló lo que todos ya saben pero pocos dicen: no hay infraestructura suficiente, no hay equipos adecuados, no hay preparación real para enfrentar una emergencia ante lluvias y peligros asociados. Y lo más grave es que, en un escenario hipotético, estas carencias podrían traducirse en muertes que se pudieron evitar.
Los resultados del simulacro no solo exhiben fallas técnicas, sino el abandono sistemático de regiones enteras a su propia suerte. Si en tiempos normales los hospitales no dan abasto, las escuelas se caen a pedazos y las vías colapsan, ¿qué podemos esperar cuando llegue un desastre natural? La respuesta es clara. Caos, desesperación y vidas perdidas porque el Estado no hizo lo que debía.
Lambayeque, al igual que muchas otras regiones del país, lleva décadas reclamando inversión seria en infraestructura de riesgo y en preparación ciudadana. Sin embargo, los millones de soles que deberían destinarse a proteger a la gente terminan en corrupción y promesas vacías.
Un país que no prepara a sus regiones para lo inevitable condena a sus ciudadanos a sufrir doblemente. Primero el golpe de la naturaleza y luego el peso del abandono estatal. El cambio de ciclo exige que la seguridad y la prevención de desastres dejen de ser discursos y se conviertan en una política real, con resultados concretos y vidas salvadas.