Al parecer, la capital del Perú ha perdido el control frente al crimen organizado. Extorsiones, sicariatos y atentados son el pan de cada día, mientras las autoridades se preocupan más por hacer campañas políticas que de proteger a los ciudadanos.
Un nuevo episodio de terror golpeó a nuestra capital, donde una mujer abogado fue asesinada a balazos en plena vía pública, frente a sus tres hijos pequeños. Una escena brutal, digna de una guerra entre carteles, pero que ocurrió aquí mismo, en Lima. Así actúan hoy las mafias que se disputan el control de la ciudad, con violencia despiadada, a plena luz del día, y sin importar la vida de inocentes.
En medio de esta crisis, el alcalde de Lima Rafael López Aliaga, indicó que el 12 de octubre anunciará si postula o no la Presidencia. Estas declaraciones demuestran más preocupación por su futuro político que por la seguridad de la ciudad, como si esa fuera la urgencia de la gente. Pero la urgencia real está en las calles. En los niños que presencian asesinatos, en las familias que viven con miedo, en los barrios que se sienten abandonados por completo.
Lima necesita liderazgo y acciones firmes hoy, no discursos de campaña para mañana. La pregunta es, ¿cuántas vidas más se perderán antes de que alguien asuma la seguridad como la prioridad número uno?
