Mientras los agricultores siguen sacando adelante al país con esfuerzo y sin apoyo, las autoridades del Gobierno Regional de Lambayeque vuelven a fallar. La carretera Chóchope-Penachí-Uyurpampa, vital para conectar cuatro distritos agrícolas, sigue en el abandono. Dos licitaciones se declararon desiertas, el expediente técnico lleva años estancado y los millones destinados al proyecto siguen sin transformarse en obras reales.
El resultado es el de siempre: los que pagan el precio son los agricultores. Hoy deben enfrentar un aumento del 50% en los costos de transporte, lo que encarece los alimentos, reduce las ganancias y ahoga la producción local. Cada viaje para sacar sus productos al mercado se vuelve una lucha contra el tiempo, el barro y la indiferencia del Estado.
Desde Penachí, Salas, Incahuasi y Cañaris, los productores rurales protestan con razón. Han esperado años por una carretera que les prometieron más de una vez. Pero las promesas del Gobierno Regional se pierden entre la burocracia, las licitaciones fallidas y la incapacidad de una Gerencia Regional de Transportes que apenas ha ejecutado el 14% de su presupuesto.
En el campo no hay excusas ni segundas oportunidades. Cuando las vías colapsan, los cultivos se pierden. Y cuando el Estado no llega, el abandono se siente más que nunca.
El 2026 será la oportunidad de romper este ciclo de abandono y mediocridad, el momento de elegir nuevas autoridades capaces de mirar al campo con respeto y de trabajar por quienes realmente alimentan al país.
