En medio del caos que intentan sembrar algunos grupos violentos en las manifestaciones sociales, el Ministerio del Interior ha anunciado una serie de inversiones estratégicas destinadas a fortalecer la capacidad de respuesta de la Policía Nacional. El objetivo es mantener la estabilidad del país y evitar que la violencia callejera siga dictando la agenda nacional.

El ministro Vicente Tiburcio explicó que “no queremos repetir medidas sin resultados. Buscamos un estado de emergencia planificado, con tareas específicas y objetivos medibles”, señaló Tiburcio.

El nuevo plan de seguridad contempla la adquisición de 44 rochabuses y 56 tanquetas tácticas, vehículos que permitirán a la PNP controlar disturbios y proteger a la población sin recurrir a la fuerza letal. Los rochabuses, equipados con cañones de agua a presión, se usarán para dispersar multitudes violentas y prevenir enfrentamientos. Las tanquetas, por su parte, reforzarán la seguridad de los agentes en zonas de alto riesgo y garantizarán el resguardo de la infraestructura pública.

Estas herramientas, sin inversión por más de dos décadas, representan una apuesta por la modernización policial y por el control responsable de las protestas, diferenciando al manifestante pacífico del agitador violento. No se trata de reprimir, sino de proteger la paz social, evitando que las marchas se conviertan en escenarios de vandalismo o infiltración criminal.

El gobierno de José Jerí ha dejado claro que su misión es estabilizar el país, no imponer un régimen de fuerza, sino recuperar el orden y asegurar que las próximas elecciones se realicen en un ambiente de calma, respeto y legalidad. En palabras simples, sin orden no hay democracia, y sin seguridad no hay país posible.

El Perú no puede seguir rehén del miedo ni del caos. Esta inversión no es un gasto sino una inversión en paz, en trabajo y en futuro.