Nuestro país, desde hace 30 años, comenzó a dar señales de un cuerpo enfermo.
Aparecieron algunos tumores malignos, que no se atendieron a tiempo y como sucede con el Cáncer, se fueron ramificando.
Es así, que los tumores de la corrupción, no sólo han crecido en tamaño, sino que han tomado diferentes órganos.
Hoy lamentablemente, el poder ejecutivo es un tumor maligno, el congreso también. El cáncer de la corrupción, también ha tomado al poder judicial, el poder regional y el poder municipal.
Así como los médicos deben atender a un enfermo, los políticos debieron atender al país.
Por eso, los grandes responsables de que el Perú tenga cáncer, son la política y los políticos.
Hoy, ya no hay tiempo. No podemos dar más oportunidades a los que nada hacen y a los que nada hicieron para salvar al país y que para colmo nos mintieron, haciéndonos creer que luchaban contra el cáncer de la corrupción, cuando en realidad eran ellos, los que provocaron la enfermedad.
¿Podemos salvar al Perú?
La respuesta es sí.
Para hacerlo, debemos buscar nuevos médicos, especialistas y preparados que se atrevan a decirnos la verdad y que, cueste lo que cueste, logren extirpar de una vez y para siempre, el cáncer de la corrupción de nuestro querido Perú.