Es una tarea de largo plazo. Si bien, volvimos a un mundial para 2018 y nos quedamos a las puertas de Qatar 2022, pudimos observar un gran crecimiento en nuestro seleccionado respecto de generaciones anteriores, considerando que no íbamos a una Copa del Mundo desde 1982. Es muy difícil soñar con ganar el Mundial de 2026, pero ¿podríamos soñar con el de 2030?
En primer lugar, debemos hacernos cargo de nuestra infancia. Si no tenemos niños fuertes y sanos, no podemos pensar en ser campeones. Antes que nada, tenemos que acabar con la anemia. Las cifras prácticamente no bajan, la mitad de nuestros niños, nuestro futuro, tienen anemia, no tenemos buena alimentación, los planes para combatirla no funcionan y los políticos corruptos se llevan los recursos para la casa. Para tener futbolistas de élite (y deportistas en general) necesitamos que tomen leche, coman carne, verduras y tener un buen acceso al agua potable. Erradicar la anemia de raíz.
Por otro lado, necesitamos formación de profesores, entrenadores y dirigentes, que permitan el desarrollo de nuestros niños. Para ello también necesitamos la infraestructura: Gimnasios y estadios. El deporte puede sacar a nuestros niños de la pobreza, así como proveerles una formación integral. Para ello debemos, nuevamente, acabar con la corrupción y que los recursos lleguen a utilizarse en los planes deportivos.
Si comenzamos hoy, podemos preparar a toda una generación de jóvenes que sueñen con la grandeza deportiva y llenar de orgullo a su país. Pero debemos partir desde lo más básico: Combatamos la anemia como corresponde, erradiquemos la corrupción y no le demos la espalda al futuro del Perú. Si soñamos en grande, podemos ganar un mundial.