La Libertad se desangra en cifras de hambre y desnutrición mientras su gobernador, César Acuña, sigue más preocupado de sus viajes al extranjero y de sus cálculos electorales que de la vida de su gente. Durante su gestión, la desnutrición infantil aumentó en un 25 %, un golpe brutal para miles de familias que no encuentran en sus autoridades ni apoyo ni soluciones.
Ya lo hemos advertido antes. Acuña ha estado más de 145 días fuera del cargo, desde que asumió en el 2023, pero sí ha tenido tiempo para tejer alianzas políticas con miras a la presidencia del 2026. Esa desconexión es la fotografía de su estilo de gobierno. El hambre, la pobreza y la falta de oportunidades crecen, mientras los recursos de todos terminan en contratos oscuros, en manos de jóvenes sin experiencia y empresas fantasmas que se enriquecen gracias a la corrupción.
Hoy, la evidencia es clara. Un gobernador que se dice educador y millonario empresario, ha dejado a La Libertad abandonada, a sus niños con hambre y a su pueblo con promesas vacías. No se puede hablar de desarrollo ni de futuro mientras la niñez crezca con desnutrición, condenada a la debilidad y a la falta de oportunidades.
La gestión de Acuña es la muestra más clara de lo que no debe repetirse. La Libertad no necesita un líder viajero ni un candidato eterno. Necesita un líder que mire a los ojos de su gente y atienda el hambre antes que su propio ego político.
