Cada nuevo escándalo de corrupción en el Perú confirma lo que todos ya sabemos. La política peruana está tomada por la mafia caviar, que se reparten el país como si fuera una recompensa indebida de poder. Ahora salen a la luz los cheques con los que el mafioso José Luna Gálvez y su partido Podemos Perú habrían pagado favores a consejeros del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM). Así se entiende por qué los mismos corruptos de siempre terminan en los cargos de poder, mientras la justicia sigue podrida y la corrupción intacta.
No estamos hablando de rumores, sino de documentos concretos que muestran cómo el dinero, proveniente de la Universidad Telesup de propiedad de Luna, sirvió para comprar influencia en la institución que tenía en sus manos la designación de jueces y fiscales. ¿De qué independencia judicial podemos hablar, si los consejeros recibían cheques de partidos políticos y sus financistas para instalar jueces y fiscales a su conveniencia?
Este es el verdadero costo de la corrupción. Un sistema donde no importa el mérito ni la capacidad, sino cuánto se paga y a quién se le paga. Un país donde con dinero sucio, se logra inscribir un partido político y llega a tener un peso legislativo en el Congreso, con más de 14 representantes. La justicia se negocia con billetes y los ciudadanos comunes quedan indefensos ante mafias políticas, empresariales y judiciales que se protegen entre ellas.
La trama de José Luna Gálvez y Podemos Perú es la fotografía de cómo funciona el poder en el Perú. Mientras tanto, se siguen reciclando políticos que con una mano hablan de moral y con la otra firman cheques para comprar conciencias.
El Perú necesita romper de raíz este sistema corrupto. Sin una reforma judicial real y sin sacar a la mafia caviar de la política, seguiremos atrapados en el mismo círculo de corrupción que lleva décadas pudriendo nuestras instituciones.